(publicado originalmente en mi otro blog "el Pepinillo Mutante")
Llamarla paella quizá no sea apropiado. Arroz con cosas, aunque la paella propiamente dicha sea la sartén , y el guiso original no sea el que te hacen en los chiringuitos o bares o tu cuñao, con tanto invertebrado marino.
Qué demonios, la idea madre de la paella originalmente no era tan distinta a la de la sopa castellana o tantas otras recetas populares. La filosofía de aprovechar los ingredientes que se tienen a mano.
Y hoy lo que yo tenía a mano era cebolla, ajo, pimiento morrón, guisantes, champiñones, tomate frito, pimentón, chorizo, pollo y caldo de pollo (toma redundancia). Para algunos el chorizo en la paella es una aberración comparable solo a la piña en la pizza. Los ortodoxos de la cosa me dirán, en efecto, que lo que yo hago no es paella. Da igual que eso que hacen con marisco y pollo tampoco sea la genuina paella de los campesinos valencianos.
El caso es que andaba yo con mi receta, mi botellita de cerveza artesana La Sagra y un temazo que quita el sentío cuando hasta mi ventana se acercó un humilde gorrión.
Cual sería mi sorpresa al abrir su pico el pequeño paseriforme y pedirme que le acompañase.
- Pero -respondí, asombrado- ¿cómo te voy a acompañar?.
- ¿Ah, y te parece lo más normal del mundo que un gorrión hable ? - replicó el pajarillo.
- Si yo te contase las cosas raras que he visto…
- Venga, tómate esta pastilla , te encogerá y podrás subirte a mi lomo.
Así hice. Como un increíble mocker menguante tras tomarme la pastilla empecé a encoger hasta llegar a la escala playmobil, Una vez con ese tamaño pude subirme a la grupa, si puede decirse así, del gorrioncillo.
-Agárrate fuerte, que despegamos
De este modo sobrevolamos las calles , los árboles, los parques, hasta llegar a un apartado paraje en el parque de Pradolongo.
- Hemos llegado, humano. Tómate esta otra pastilla y dirígete hasta esa encina.
Todavía desconcertado por la experiencia y aturdido por el vuelo tomé la píldora que mi amigo alado me ofrecía. Tras recuperar mi escala de humano 1/1 y despedirme del gorrión, que para más señas dijo llamarse Felipe y ser natural de Mieres, Asturias, me encaminé hacia la encina, bajo la que dormitaba la siesta un anciano vagabundo de luengas barbas y roñosa indumentaria.
* Hola, Vicente, te estaba esperando. Espero que el viaje con Air Felipe fuese ameno.
- ¿Quién eres tú, anciano, que me conoces y esperas ?
* Soy Macarrel, el ángel itinerante . Tengo un encarguito para ti.
Y, con estas misteriosas palabras, me entregó un libro extraordinario, como no había visto igual . Sus tapas, madera de nogal. Y en lugar de páginas, unas planchas de plata con caracteres de letra cancilleresca . El libro se intitulaba “Libro del Muermón“
Asombrado abrí el primer capítulo: “Recetas para mortales, mutantes, y tipos de Carabanchel”
Ante mí se desvelaron los secretos de la gastronomía popular . El propio Muermón lo revelaba claramente en el capítulo primero, versículo 33 : “deja que los muchachos camelen como camelan. Si a los chavales les camela poner chorizo al arroz, así sea, que para eso están en Castilla, Carajo “
De este modo, con estas reconfortantes palabras en mi corazón y una sonrisa en mi rostro me dirigí hasta la parada del autobús 121. De ahora en adelante, tras esta revelación, le echaría a mi arroz pimentón, caldo de pollo , nuez moscada, güisqui DYC chistorra y chorizo. No, no era Paella. Era Piolla.
Y Mis aventuras no habían hecho más que empezar.
Oráculo de Carabanchel. Enero de 2024
(¿Continuará?)
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